Queridos lectores
y lectoras, supongo que “Mansfield Park” de Jane Austen está ya casi a punto de
acabarse. Yo lo terminé de leer hace una semana con gran pesar por
mi parte. Quiero decir que cuando una narración tiene la magia
necesaria no quieres que acabe nunca, y la mayoría de las veces te
gustaría saber qué fue de aquellos personajes más allá de la
narración, incluso si la autora, en este caso, explicara un poco más
allá el destino de sus personajes. Y no era la primera vez que leía
la novela, con lo cual el mérito es aún mayor. Espero que a
vosotros os haya hecho un efecto semejante, o al menos un poquito de
ese efecto.
¿Por qué sucede
esto con Jane Austen? Mejor dicho, ¿por qué me sucede a mí, y por
tanto espero que le suceda a más lectores?
Vamos a hacer un
poco de lectores malvados y a pensar en los inconvenientes previos o
en los prejuicios que pueda suscitar esta lectura. Básicamente, es
una autora del siglo XIX, de la época de la Regencia, entre la época
georgiana y la victoriana. Somos lectores del siglo XXI, y además,
un poco pervertidos -perdonad la expresión- por un siglo XX que ha
sido cruel con la herencia recibida del siglo anterior, en honor de las vanguardias, de
las revoluciones literarias, del malditismo, quizás debido a que no
ha sido el anterior a éste un siglo fácil, sino más bien
conflictivo y duro. Jane Austen nos trae un mundo calmado, recogido,
un mundo aparentemente sin conflictos ni violencias, exceptuando las
nimias preocupaciones de lo cotidiano, y unos destinos ya marcados de
antemano por las convenciones sociales.
Otra maldad:
heredamos la idea de que la novela realista tiene que ser social, una
denuncia o una puesta en tela de juicio de la sociedad establecida.
Aparentemente, Jane Austen no hace esto, por lo tanto el prejuicio
ahora es que se trata de una escritora sin compromiso social, sin
preocupaciones políticas, sin crítica. Ni siquiera, según sus
detractores, se pone en tela de juicio el papel de la mujer, su
destino predeterminado por las convenciones sociales.
Y más maldades
aún: sus argumentos y sus personajes. Todos burgueses rurales,
pequeñas crisis económicas, problemas de herencia, problemas
amorosos, matrimonios de amor o de interés. ¿A quién le interesa
esto hoy en día?
Pues podemos dejar
estas maldades aparte o entrar a ellas para desmentirlas o refutarlas
con toda la energía que tengamos como amigos de Jane Austen, pero
también podemos reconocerlas y quedarnos tan tranquilos, porque
sabemos que ella, la autora, desde su rincón, desde su intimidad nos
ofrece otra cosa. Esa otra cosa es la sabiduría, la sensatez, la
delicadeza extrema en el análisis, la ironía, el sentido fino del
humor, la observación atenta a lo que la rodea, que no hay detalle
significativo que se le escape, el amor a la naturaleza. Descomponer
la magia en sus partes, dividirla y no tratarla como un todo, es algo
difícil y posiblemente poco acertado, pero es necesario para
aprender a valorarla.
Habréis observado
también en la lectura la perfecta dosificación argumental, que
mantiene la suave tensión entre personajes y sucesos con mano firme
y serena, pero siempre delicada.
No obstante, no me
resisto a refutar las maldades. Por ejemplo, la primera de ellas. Esa
época estaba marcada también por la violencia (guerras napoleónicas, colonialismo), pero en la obra de
Jane Austen no aparece, excepto para que los jóvenes se alisten en
el ejército con la intención de hacer carrera, como no aparece la
colonización inglesa imperialista, ni la trata de esclavos, que era
un gran negocio entre la burguesía enriquecida inglesa. Sin embargo,
ni los viajes, ni los negocios coloniales, ni la guerra, se presentan
como un destino que puede convertirse en trágico. No es eso lo que
le interesa. La guerra está lejos, en el continente y las colonias
en otros continentes; la autora se desenvuelve en una zona amable de
Inglaterra, cercana al mar, al Sur, en una sociedad rural de hermosos
y serenos paisajes. La paz de la región ofrece un tapiz sobre el
cual pueden bordarse y apreciarse los juegos de sentimientos, las
convenciones, los movimientos anímicos y los caracteres humanos. En
la violencia y en la guerra todo es extremado. Jane Austen no gusta
de grandes pasiones ni de grandes desgracias, sino del discurrir de
la cotidianeidad en un mundo sin necesidades extremas, ni materiales
ni afectivas.
Que no ejerce la
crítica es otra falacia. No ejerce el tipo de crítica social que
podríamos esperar, y que, por ejemplo, se da con todo su vigor en
Dickens y en general en los realistas posteriores a ella. Ejerce la
crítica, la observación irónica de los comportamientos humanos en
su selectivo mundo, que es imagen de todos los mundos donde se den
caracteres humanos. Decir que no refleja una realidad sería como
decir que el Quijote no es realista porque en su primera parte se
limita a reflejar la rudeza de la llanura manchega y sus gentes.
Sabemos que no es así. Que su observación se refiere a todos los
humanos y a la inmensa variedad de comportamientos.
Y respecto a la situación de la mujer, no podemos decir de ella que fuera una feminista avant la lettre -aunque era contemporánea de Mary Wollstonecraft, la pionera ideológica en la liberación de la mujer, y sin duda conoció sus escritos. Declarar semejante cosa sería un anacronismo total. Las mujeres de sus novelas conservan los valores tradicionales asignados a la mujer y tienen como único objetivo vital el matrimonio y la maternidad, pero hay algo más. Por ejemplo, la actitud de la propia autora, que permaneció soltera y entregada a su labro literaria. Actualmente, además, se añade en su obra una apuesta por la educación femenina lejos de los convencionales adornos culturales asignados a la mujer y la reivindicación de la mujer como ser racional y autónomo.
Espero que su lectura haya sido muy agradable, y que tengáis muchas y buenas ideas, si puede ser mejores que las mías para compartir.
Os dejo unos interesantes enlaces sobre Jane Austen:
The Jane Austen Centre (un museo y café dedicado a Jane Austen en Bath)
Y por último, las palabras que figuran en su epitafio en la Catedral de Winchester:
Abrió su boca con sabiduría y en su lengua reside la ley de la bondad
La verdad es que Mansfield Park es una de sus novelas mas lentas y los novios son taaan buenos que a veces me duermo. Pero me encanta. No hace falta levantar la voz para decir las cosas. Y todo lo que cuenta tiene mucha vigencia hoy en día.
ResponderEliminarHola a todos:
ResponderEliminarEn primer lugar, Fuensanta, te felicito por el artículo (me ha gustado más que lo llevo leído de novela: voy por la mitad).
Los motivos por los que no he terminado son dos: falta de tiempo libre y, en ocasiones, poca inclinación a retomar la lectura.
¿Por qué esa escasa inclinación? Porque, a pesar de que estoy de acuerdo con todo lo que apuntas en tu publicación (sobre todo, en lo referente a la ironía), el estilo de Austen en esta novela me ha resultado farragoso por la cantidad de rodeos (perífrasis) y redudancias para transmitir una idea o sensación determinada. Quizá esa morosidad en la narración se debe al proceso de publicación (novela por entregas).
Los momentos en los que más he disfrutado de la lectura han sido en aquéllos en los que se iba perfilando de manera irónica el personaje de la señora Norris.
No obstante, no voy a caer en el desánimo y voy a terminar su lectura.
Por último, siento no poder ir mañana a la sesión. Me han citado a un claustro (mirando el lado bueno, podéis hablar del final sin temor a destripármelo).
Un saludo y nos vemos en la próxima.
Hola a todos, sentí no poder asistir a la última reunión, pero como existe la magia del blog, permitidme que lo diga así, pues aprovecho para deciros que ya terminé Mansfield Park y bueno me resultó, y en eso coincido con Raquel y Elena, una lectura muy leeeenta, aunque con la magia de la sencillez y lo cotidiano que siempre se refleja en las obras de Jane Austen.Y en cuanto a su obra llevada al cine, quien aún no haya visto Orgullo y Prejuicio se la recomiendo, a mi me encantó.La soberbia y la inteligencia de la protagonísta, Keira Knightley, y como no, el papelón que le toca jugar al atractivo Matthew MacFadyen, una manera sutil y llena de la característica ironía, como decía Fuensanta, muy propia de Jane, se ve muy reflejada en esta película. Soy una romanticona que le vamos a hacer jeje. Y cambiando de lectura, estoy ya con la novela de Rosa Montero y he de decir que por el momento me resulta muy amena y diferente de lo leído hasta ahora, la estoy disfrutando. Ya os contaré....Un saludo.
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